El petróleo y gas extraído de las profundidades marinas ya representa cerca del 30 por ciento de la producción total.
Desde el estreno de la película estadounidense Armageddon, protagonizada por Bruce Willis, las plataformas offshore han dejado de ser una gran desconocida y han mostrado al público las dificultades de la actividad petrolífera en alta mar y la especialización necesaria del equipo de perforadores profesionales. Casi 20 años después de su estreno, estas instalaciones que cuentan con una tecnología muy avanzada pero costosa, están siendo impulsadas y cuestionadas a partes iguales debido a los riesgos financieros y ambientales que suponen.
Aunque las plataformas en alta mar existen desde los años 50, cuando se empezó a operar en el Ártico, fue tras la crisis del petróleo de 1973 cuando se comenzó a explorar masivamente el Mar del Norte y en los años 90 a plantear la búsqueda de nuevos horizontes, en busca de los más de 350.000 millones de barriles de petróleo y gas, que se estima contenga el fondo marino. Hasta 2014, las nuevas tecnologías y el buen entorno de precios permitieron que las compañías petroleras operasen en entornos hasta entonces desconocidos, como las aguas profundas en Brasil (a más de 5.000 metros profundidad) o las vastas reservas potenciales encontradas en países como China, Argentina y el Reino Unido. Sin embargo, en los últimos años, con la caída de los precios de los hidrocarburos, las costosas inversiones necesarias para realizar estas exploraciones han frenado muchos proyectos, junto al rápido desarrollo en tierra de recursos no convencionales como las arenas petrolíferas y el petróleo y el gas de esquisto, especialmente en Estados Unidos.
Después de cinco años de dudas sobre los proyectos offshore , 2015 ha recuperado el impulso de la producción en aguas profundas y ha tocado su máximo desde 2010. La producción de petróleo y gas offshore ha vuelto a ocupar cerca del 30 por ciento de la producción mundial, al mismo tiempo que crecía la producción total (ver gráfico 1). Los datos de la Administración de Información y Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) muestran que en 2015 se extrajeron más de 27 millones de barriles de petróleo en alta mar en más de 50 países diferentes. La mayoría en yacimientos poco profundos porque los ultra profundos son más caros, complicados y tienen más riesgos geológicos, pese a que albergan mayores reservas. La EIA espera que la producción mundial de petróleo se mantenga alta en 2016 y 2017, ya que muchas naciones productoras de petróleo continúan aumentando la exploración y extracción.
Principales productores Cinco países ostentan actualmente el 43% de la producción total de petróleo en alta mar: Arabia Saudí, Brasil, México, Noruega y Estados Unidos (ver gráfico 2). Los saudíes son los mayores productores offshore del mundo, con campos como el de Safaniya. Considerado como el mayor campo offshore por la revista Forbes, produce entre 1,1 y 1,5 millones de barriles por día. Con este y otros yacimientos, Arabia Saudí es responsable del 13% de la producción global. El segundo lugar lo ocupa Brasil, donde la producción en alta mar creció un 58% entre 2005 y 2015. Este crecimiento ha estado impulsado principalmente por la expansión de los proyectos en las aguas ultraprofundas del Presal, y gracias a campos como Lula (el quinto mayor del mundo según Forbes). Los descubrimientos en esta zona desde 2005, con reservas estimadas en más de 50.000 millones de barriles de crudo equivalente, deberían apoyar los pequeños aumentos de producción en 2016 y 2017, según la EIA.
Estas perspectivas se verán apoyadas por la previsible entrada de capital privado tras la reciente aprobación en la Cámara de Diputados brasileña de la entrada de compañías extranjeras en esta zona. Hasta ese momento este privilegio correspondía únicamente a la petrolera estatal Petrobras, que debía poseer al menos el 30 por ciento dentro del consorcio que explotase la zona. Pero tras los problemas financieros de la compañía, el Gobierno brasileño ha decidido finalmente abrir las licitaciones. Shell ha sido una de las primeras empresas en interesarse en estos proyectos y ha prometido una inversión de 10.000 millones en Brasil.
También en Latinoamérica, México ostenta el puesto de tercer mayor productor offshore . Pero este país ha visto rendimientos cada vez más bajos de los activos extraterritoriales, con una caída de la producción de un 31% entre 2005 y 2015. Aún así produjo cerca de dos millones de barriles diarios en 2015, representando el 7% de la producción global offshore.
Y habrá más tras la tercera subasta de la Ronda Dos, que prevé la licitación de más de catorce campos onshore y offshore a partir de julio de 2017. Mientras tanto, la cuarta licitación de la Ronda Uno y la apertura del bloque Trión a compañías extranjeras a finales de 2016, supone un paso adelante del país gobernado por Enrique Peña Nieto hacia la extracción en alta mar y un apoyo de financión a la petrolera estatal Pemex que tendrá parte obligatoria en los consorcios. Se calcula que Trión, situado en una complicada zona fronteriza y con una profundidad de más de 2.500 metros de profundidad, tiene reservas totales 3P, las cuales suman 485 millones de barriles de petróleo crudo equivalente. Para su exploración y explotación se estima que serán necesarias inversiones de más de 11.000 millones de dólares.
Fuera del podio de los grandes productores offshore , y ocupando el cuarto lugar, se sitúa Noruega, la que fue en su día la tierra prometida gracias a las reservas del Mar del Norte. Pero tal como señala la consultora DouglasWestwood esta región nórdica europea “entrará en un declive permanente” entre 2016 y 2040 debido a la madurez alcanzada en la mayoría de los campos y el desmantelamientos de las plataformas más obsoletas, donde operan grandes petroleras como Statoil, BP o Shell, que están haciendo desinversiones en la zona.
Pese a una disminución de la producción offshore de un 28% entre 2005 y 2010 en el país, el suministro se ha mantenido estable desde 2010, representando un 7% de la producción mundial en alta mar. Las previsiones de la Administración de Información y Energía de Estados Unidos apuntan a un ligero aumento en 2016 para caer de nuevo en 2017.
No ocurre lo mismo al otro lado del Atlántico donde Estados Unidos mantiene una sólida posición en el ránking mundial de producción offshore (igual que en el terreno onshore ), gracias a los yacimientos del Golfo de México. De 2005 a 2015, la producción offshore creció en esta zona un 6,5% y los nuevos descubrimientos no cesan. Con varios grandes proyectos en marcha en 2016 y 2017 por los que se pelean las principales compañías petroleras como ExxonMobil, Shell o Chevron, se espera que el Golfo de México vea su producción subir en alrededor de 0,1 millones de barriles por día en 2016 y 0, 2 millones barriles diarios adicionales en 2017, según la EIA.
Precisamente el Golfo de México y las reservas encontradas en la región latinoamericana ejemplifican las oportunidades y también los principales desafíos de la extracción en aguas profundas. A las mayores reservas encontradas en estas zonas, se une una mayor complejidad, mayor coste y riesgo de operación, que ha producido accidentes como el de la plataforma offshore mexicana Abkatun-Alfa, el siniestro más caro de 2015 según Allianz Group o el derrame de la plataforma Deep Water en 2010, considerado el de mayor impacto ambiental de la historia. De ahí que las empresas evalúen cada vez más este tipo de actividades. “El sector energético y especialmente el del petróleo y el gas ha sido históricamente uno de los pioneros en tomarse en serio la protección y garantía de sus activos y el que más riesgos asume también”, explica José Carlos Nájera, especialista en América Latina de Mapfre Global Risks. Todas estas zonas desconocidas, y especialmente el Ártico, aumentan los riesgos de manera significativa de cara al futuro en este mercado.
Ultraprofundas
Los avances tecnológicos desarrollados por las compañías especializadas en la perforación como Schulumberguer, Halliburton o Baker Hugues y el agotamiento de las perspectivas en aguas poco profundas han llevado a las empresas a explorar a cada vez mayor profundidad. Esta cifra ha aumentado un 25% respecto a hace una década, pasando de 7 millones de barriles extraídos de aguas ultraprofundas en 2005 a 9,3 millones de barriles por día en 2015, según la EIA. La mayor parte de la producción de aguas profundas o ultraprofundas se produce en cuatro países: Brasil, Estados Unidos, Angola y Noruega (ver gráfico 3). Los dos primeros representan en conjunto más del 90% de la producción mundial de aguas ultraprofundas, y se espera que aumente en 2016 y 2017 en ambos países.
Las miradas están puestas también en nuevos países como China, Argentina y Reino Unido. Pero como indican los sistemas flotantes de producción (FPS por sus siglas en inglés), que han sido tradicionalmente un buen indicador, Latinoamérica destacará en los próximos años en este campo. De acuerdo con los expertos de la consultora DouglasWestwood, se invertirán cerca de 100.000 millones de dólares hasta 2018 en estos sistemas, un incremento de casi el 140 por ciento con respecto al período de recesión.
“Geográficamente, la región en la que se verá más dinamismo en esta industria será América Latina, donde hay previstas, según Westwood, 40 instalaciones. Esta zona del planeta acumulará gran parte del capital invertido, ya que la necesidad de buscar petróleo en aguas ultraprofundas en muchos países, como en Brasil, hace necesaria una mayor inversión”, afirma el informe. Asia y África van a ser las otras zonas en las que la industria de los FPSO acelere más el ritmo, con 28 y 27 instalaciones previstas respectivamente. De nuevo, la inversión aquí dependerá del entorno en el que trabajen los operadores. En África, como en Latinoamérica, los trabajos van a ser cada vez a más profundidad, mientras que en Asia las operaciones van a ser más sencillas y requerirán menos inversión, porque los yacimientos se encuentran en aguas relativamente poco profundas.
También Europa pretende mantener su liderazgo, tal como señala la francesa Total, uno de los principales operadores offshore europeos. “Hoy en día, nuestro objetivo es aprovechar esta experiencia para enfrentar nuevos desafíos, incluyendo depósitos remotos muy profundos, y transporte submarino de larga distancia. También estamos trabajando para que nuestros proyectos sean más eficientes desde el punto de vista económico y para anticipar los efectos del envejecimiento en nuestras profundas instalaciones offshore ”. Para ello los expertos recalcan la necesidad de seguir desarrollando los sistemas de seguridad y prevención. Uno de los más importantes es el Marine Well Containment Company (MWCC), creado tras el derrame de BP en el Golfo de México en 2010 y al que pertenecen Anadarko Petroleum, Apache Corporation, BHP Billiton, BP, Chevron Corporation, ConocoPhillips, ExxonMobil, Hess Corporation, Shell Oil y Statoil, comprometidos con una perforación segura. Del cuidado de estos recursos dependerá el futuro y también la competitividad de este sector que se niega a desaparecer pese a las dificultades.
Source: www.energia16.com